socialismo o revisionismo en nepal?

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    socialismo o revisionismo en nepal?

    Mensaje por stalinnosaviso el Jue Ene 15, 2015 5:07 pm



    "No creemos que la propiedad privada debe ser abolida." - Prachanda, entrevista con la BBC el 09/03/2008.

    Introducción

    Tal vez usted ha escuchado los diversos partidos comunistas afirman que ha habido una revolución en Nepal, y que el siglo 21 por fin ha visto la primera revolución socialista. La triste realidad es que la bandera roja no está volando en Nepal, y nunca lo fue. Lo que está ocurriendo es la reforma de la democracia burguesa y el desarme de las guerrillas maoístas con el fin de construir un régimen que abraza al imperialismo. El revisionismo que sale de Nepal tiene sus fans, en particular los charlatanes de la izquierda americana y la escena internacional que han estado trabajando horas extras para disculparse por Prachanda y el ala reformista del Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta), también conocido como el PCUN ( M), así como castigate cualquier anti-revisionista que se atreva a exponer lo que realmente está pasando. Los llamados "anti-dogmáticos" no vale la pena refutar, y sus argumentos tienen poca sustancia que criticar en el primer lugar. Esto no es "dogma", pero la ciencia. El desarrollo en Nepal muestra signos cero de la partida hacia el socialismo, el comunismo deje sola, y muestra muchos signos de capitalismo, el reformismo y el revisionismo, que examinaremos en detalle a continuación. No hay dictadura del proletariado y el socialismo no se construye en Nepal, ni es siquiera antiimperialista, después de haber expresado su deseo de que el capital privado extranjero invadir su país y convertirse en un comprador neocolonia pro-chino.

    La expulsión del antiguo régimen monárquico de Nepal debe ser aplaudido. Desde entonces, el liderazgo de Nepal ha salido como no marxista, pero revisionista, y no para la revolución en Nepal, pero para la llamada transición pacífica al socialismo. El gobierno de coalición de Nepal liderado por los maoístas ya ha sido criticada por el ala más intransigente de su propio partido y el movimiento maoísta internacional, por no hablar de los marxistas-leninistas. El Partido Estadounidense del Trabajo tratará de ofrecer la justificación y la evidencia de su percepción de los acontecimientos que se desarrollan en Nepal.

    Una breve historia de la situación en Nepal

    De 1768 a 2008, el país de Nepal fue gobernada por una monarquía absolutista. Pushpa Kamal Dahal, más comúnmente conocido como Prachanda, llevó al Partido Comunista de Nepal (Maoísta) o el PCN (M), en una lucha armada contra el gobierno en 1996. La lucha continuó hasta el año 2005. Los gastos pagados por el pueblo nepalés de este la lucha armada contra la monarquía reaccionaria era muy grande-unos 13.000 nepaleses murieron en este conflicto. En 2005, el Partido firmó acuerdos de paz permanentes con una alianza democrático-burguesa de los principales partidos nepalíes que se oponen a la monarquía del rey Gyanendra. Levantamientos populares masivos en el país pronto siguieron en 2006 y una larga huelga general llevaron a enfrentamientos entre manifestantes y la policía de la monarquía.

    Finalmente, en 2008 la guerra civil llegó a un punto crítico cuando la monarquía capituló. Desde entonces, el país ha sido conocida como la República Democrática Federal de Nepal y ha sido liderado por la Asamblea Constituyente de Nepal. El PCN (M) y luego llevó al gobierno de coalición. En enero de 2009 cambió su nombre por el de Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta) o PCUN (M) después de la fusión con el Partido Comunista de Nepal (Centro de Unidad-Masal). Ahora afirma la adhesión a una ideología híbrida conocida como "el marxismo-leninismo-maoísmo-Camino Prachanda". El 4 de mayo de 2009, Prachanda renunció como primer ministro en una pelea con el presidente electo Ram Baran Yadav sobre el deseo de Prachanda para despedir al jefe reaccionario de Nepal Ejército, Rookmangud Katawal. El PCN (M) sigue siendo el principal partido de la coalición de gobierno democrático-burguesa. Desde entonces, ha habido divisiones entre la facción maoísta y la facción Prachanda sobre si para formar una República Popular o mantener la democracia parlamentaria burguesa.

    El reformismo y "Caminos pacífica al socialismo" en Nepal

    La teoría maoísta de "Nueva Democracia" se ha detenido la lucha de clases en sus pistas en Nepal y ha permitido al capital privado para continuar sin cesar. Los fans del PCUN (M) han afirmado esto es meramente una "etapa" de la revolución allí y que la etapa de gobierno de coalición no es más que un pequeño paso antes de la revolución socialista final en marcha. Sin embargo, la propia China maoísta nunca fue capaz de trascender la etapa democrático-burguesa de la revolución y todavía tenía una clase capitalista hasta la muerte de Mao (fue una política de Estado que la vieja burguesía todavía recibió una cuarta parte de sus viejos ganancias de las fábricas , por ejemplo). Al igual que China, los maoístas nepalíes no están interesados ​​en el socialismo o el objetivo final de la expropiación de la burguesía, sino que tienen como objetivo establecer "relaciones capitalistas de orientación socialista", lo que equivale a la democracia social.

    El PCN (M) está ahora dominada por el pensamiento derechista que busca una vía pacífica al socialismo en el nombre de la "aplicación creadora del marxismo adaptado a las condiciones de Nepal

    una pena q hallan muerto 16 mil personas por nada tenemos esperanzas

    articulo muy critico al pcn esta en ingles traduje una parte


    http://espressostalinist.com/2011/04/10/the-experience-of-nepal-summed-up/

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    Re: socialismo o revisionismo en nepal?

    Mensaje por Aprendiz. el Jue Ene 15, 2015 7:09 pm

    No conozco al Partido Comunista Maoista de Nepal en profundidad... No niego que sean reformistas (de hecho, lo son) o que sean capitalistas (que también lo son), pero Chávez y Maduro en Venezuela también son reformistas y mantienen el capitalismo y aun así es importante apoyarlos debido al nivel de vida que han concedido al pueblo y si acaso intentar radicalizarlos y llevarlos hacia posiciones claramente socialistas.

    Ahora bien, no sé si esa es la situación en Nepal, si tal vez son imperialismo camuflado o simplemente unos socialdemócratas anti-yanqui... No tengo los suficientes elementos para juzgar.

    Según Wikileaks, el Partido Comunista (Marxista-Leninista) son solo "comunistas en nombre", mientras que el Partido Comunista Unificado (Maoista) "no son de fiar":

    Rebelion.org escribió:Si ya es difícil que los medios de (des)información masivos nos hablen de revoluciones cuando no son del color de las naranjas, más complicado es que lo hagan de una que desprende un rojo tan intenso como la nepalí. Situada entre dos de las principales potencias mundiales, India y China, la revolución de este país de 30 millones de habitantes continúa dieciséis años después de que la insurgencia maoísta declarara la guerra a la monarquía en 1996. La revolución prosigue su camino, pero cada vez más como un rompecabezas que no cesa de fragmentarse. Hagamos un poco de memoria...

    Durante la guerra civil los maoístas se financiaron mediante el robo de bancos y la extorsión de capitalistas, terratenientes y “reaccionarios” junto a la ayuda de organizaciones guerrilleras y populares solidarias con su causa, repartidas principalmente por el sureste asiático. Allí donde controlaron el territorio, los insurgentes establecieron comunas populares al estilo de Mao en la Guerra Civil China (1927/1949) y los obreros junto a los campesinos maoístas ocuparon fábricas y sobre todo latifundios de terratenientes (pues la presencia maoísta era predominantemente rural, en un país con un 80% de la población en el campo). Además, lograron mejorar en mucho la situación de la mujer y los intocables. Allí donde instalaron “gobiernos populares” su situación cambió de forma radical empoderándolos de un modo inédito en toda su historia. No en vano, en el caso de las mujeres, el 40% de la guerrilla estaba formado por ellas1. Frente a esto, el saldo de costos humanos mensurables por los enfrentamientos armados entre insurgentes y fuerzas promonárquicas fue de más de 13 000 muertos y 100 000 desplazados. Los cuales asolaron el país, una vez acabada la demoniaca sinfonía de disparos de fusiles y explosiones de minas.

    Después de una década de conflicto armado, en 2006, las fuerzas beligerantes alcanzaron un principio de acuerdo de paz que finalizó lo que Mao llamaba “política con efusión de sangre”, esto es: la guerra. El acuerdo de paz fue supervisado por la ONU que años más tarde abandonaría el país ante el desacuerdo de los partidos por renovar la misión de paz. Con el final de la guerra y la aprobación de una constitución interina que ya no contemplaba al rey como jefe del Estado (pero que tampoco abolía la monarquía), el conflicto armado dejaría paso a la política, esto es, volviendo a la cita del líder chino: la “guerra sin efusión de sangre”. Pero no sería una política dominada por las risas y las palmaditas en la espalda de cara a la galería, del tipo a la que tan acostumbrados estamos en la mayoría de países de la UE; sino atravesada de lucha de clases, candente, tensa y desbordante. Política salpicada de numerosas movilizaciones populares que desde la calle presionaban continuamente a la Asamblea recordando a los políticos profesionales de dónde emanaba la auténtica soberanía, frente a los designios del capital transnacional fragmentado y representado por diferentes actores internacionales como los Estados Unidos, la India, China o la Unión Europea con Alemania a la cabeza.

    En el 2008, los resultados de las elecciones para la Asamblea Constituyente sorprendieron a propios y extraños con el triunfo de los exguerrilleros maoístas, los cuales fueron seguidos a bastante distancia por el Congreso Nepalí (CN) de centro-derecha y el Partido Comunista de Nepal-Unificación Marxista Leninista (PCN-UML), pese al nombre, una mezcla de socialdemócratas y “eurocomunistas”2. La voluntad popular, aun teniendo en cuenta la distorsión de voto propia de toda ley electoral “representativa”, produjo una correlación de fuerzas en la Asamblea favorable a los partidos englobados dentro de una “izquierda amplia” (desde los maoístas hasta los socialdemócratas de izquierda). Estos partidos recibieron el doble de votos que los de la “derecha amplia” (desde social-neoliberales hasta minorías de monárquicos radicales).

    Pero aun con esta mayoría de izquierdas, y pese a que en su primera sesión del 28 de mayo de 2008 fue proclamada la República; después de cuatro años de Asamblea Constituyente, Nepal sigue sin tener nueva Constitución. Las negociaciones políticas han fracasado ante la imposible cuadratura del círculo entre fuerzas representantes del capitalismo transnacional, las élites nacionales, el gobierno injerencista indio, los EUA y la UE por una parte; y las de las clases populares, por otra. Todo esto tiene su reflejo no sólo en los principales partidos sino entre ellos mismos y sus principales líderes. Es lo que el todavía primer ministro maoísta, Baburam Bhattarai, designó como los tres círculos concéntricos de contradicciones: los existentes en el interior de los partidos entre las diversas facciones, entre los diferentes partidos y entre los intereses nacionales y extranjeros. A finales de mayo de este año, Bhattarai, después de que los asambleístas sobrepasaran otra vez el plazo legal para redactar la constitución republicana, decidió disolver la Asamblea Constituyente y convocar nuevas elecciones para noviembre próximo, en contra de la voluntad de muchos políticos, incluso algunos de su propio partido. El principal escollo que impidió la finalización del texto constitucional radicaba en que los maoístas, Partido Comunista Unificado de Nepal Maoísta (PCUN(m)), abogaban por una división territorial federal según las diferentes etnias nepalíes, en consonancia con el significativo Foro Madhesí. Este último, socio gubernamental de los maoístas, reclama una mayor autonomía para la región de Terai, junto a las fronteras de India y el Reino de Bután. Frente a esta posición, el Congreso Nepalí y los marxistas-leninistas (PCN-UML) abogan por una división de carácter más económico-geográfico. El quid de la cuestión no es sólo los derechos de los diferentes pueblos de Nepal con sus varias decenas de lenguas habladas, sino cómo quedarían estipuladas las divisiones electorales y a qué partidos beneficiarían3.

    Por otra parte, para echar más leña al fuego, se ha producido una escisión importante dentro del partido maoísta. Liderada por el ala autoproclamada “revolucionaria” de Kiran4, se ha formado un nuevo partido llamado Partido Comunista de Nepal Maoísta (la única diferencia con el anterior maoísta es la ausencia del término “Unificado”)5. Con aproximadamente un tercio de los altos cargos (y los diputados) del antiguo partido y un importante apoyo de sus juventudes y lo que queda del ELP (Ejército de Liberación Popular), esta ala “izquierdista” venía un tiempo denunciando la deriva centrista del actual tándem maoísta formado por el presidente del partido “Prachanda” (antiguo líder guerrillero y primer ministro del gobierno republicano) junto al citado primer ministro Baburam Bhattarai (vicepresidente del partido). El ala “revolucionaria” de Kiran y otros líderes del nuevo partido como Badal6 denuncian el aburguesamiento de los líderes del partido “madre” (en especial de Prachanda), la falta de transparencia económica, su pusilanimidad con los intereses injerencistas del capital indio y la incapacidad de Bhattarai para cumplir las promesas realizadas a los obreros, campesinos, mujeres, dalits7, indígenas y al resto de los sectores populares nepalíes. Por todo ello, exigen la dimisión de su antiguo camarada Bhattarai, al igual que paradójicamente también la demandan el CN, los marxistas-leninistas y una parte de los propios maoístas que permanecen en el partido “nodriza”. Sin embargo los movimientos del nuevo partido maoísta son contradictorios, pues Kiran afirma, por ejemplo, que los maoístas “revolucionarios” no tienen intención de presentarse a las elecciones de noviembre, pero tampoco lo descartan, dejando el asunto como una cuestión todavía por dilucidar. Por no decidir, los maoístas “díscolos” o “revolucionarios” tampoco han decidido si volverán a las montañas para reanudar la “guerra popular” rompiendo por completo, esta vez sí, con el llamado “Camino Prachanda” (Prachanda's Path); o por el contrario, seguirán una vía institucional-popular como defendieron hace tan solo unos meses. Esta vía fue la teorizada por el ahora criticado como “neorevisionista” Bhattarai. La táctica consistía en dejar a una parte de la dirigencia del partido fuera de las instituciones, presionando desde la calle junto a las masas y evitando de este modo la burocratización de los camaradas con cargos institucionales, para así avanzar hacia su objetivo de la implantación del Estado de Nueva Democracia8. El “Camino Prachanda” en cambio, fue la estrategia política que comenzó el partido cuando se encontraba en el ecuador de la guerra insurgente en 2001. Según las tesis de Prachanda (“el fiero”), su estrategia debiera desembocar en lo que solía llamar la conclusión lógica: los acuerdos de paz y la derrota de las fuerzas reaccionarias. Hoy día, podemos afirmar que sí se logró una paz (débil) pero no una derrota de las fuerzas reaccionarias, y mucho menos un cese de la violencia estructural. Por esa razón, muchos exguerrilleros y simpatizantes maoístas observan con desilusión lo poco conseguido por su partido en el gobierno, si tenemos en cuenta el peso de tantísimos sacrificios en la guerra y los años posteriores de acantonamiento: leve disminución de la pobreza, algunas mejoras en la salud pública, supresión de la Haliya9, mayor transparencia ligada a tímidos intentos de democracia participativa, licencias generosas para los guerrilleros reinsertados en la vida civil, cierta progresividad fiscal, acciones para el mantenimiento de la fauna y la lucha contra el cambio climático, etc.

    Son avances, por supuesto, pero la sociedad nepalí en su conjunto, continúa marcada por sus problemas estructurales de siempre: las tremendas desigualdades entre burgueses, terratenientes y asalariados, su estado semicolonial respecto a la India, una pobreza transversal asfixiante que le hace ser uno de los países con una de las Rentas per Cápitas más baja del mundo (1.300 $)10, una inflación galopante, carencia de servicios públicos de calidad, corrupción funcionarial, etc. De este modo, mientras los problemas de larga duración permanecen casi intactos, el actual gobierno maoísta se halla perdido en sus esfuerzos institucionales por aprobar la nueva Constitución y acabar de reintegrar en el ejército a los exguerrilleros que todavía no lo han hecho11; mientras, después de seis años, algunos de ellos todavía esperan en los campamentos de lona y latas donde la ONU los dejó a la espera del cumplimiento del acuerdo de paz. Otro problema clave para la no promulgación del texto constitucional y la disolución de la Asamblea Constituyente el pasado mayo radica en que la oposición de derechas quiere que los maoístas devuelvan las tierras ocupadas durante la guerra. Pero sus bases se niegan por completo mientras Prachanda y Bhattarai, presionados por estas, prometen que los campesinos no las abandonarán si no tienen un plan alternativo de trabajo o las entregan a cooperativas de agricultores.

    Volviendo al líder de los maoístas escindidos, Kiran, tenemos que resaltar que este antiguo comandante de la guerrilla se encontraba preso en la India cuando se firmaron los acuerdos de paz. Nunca se mostró muy convencido con los acuerdos alcanzados por la mayoría del partido, menos aún por su posterior desarrollo. Está en lo cierto cuando afirma que tras los acuerdos los maoístas renunciaron a mucho y las fuerzas reaccionarias a poco, más allá del fin de la monarquía y la inclusión de algunos guerrilleros a las fuerzas de seguridad del Estado. Las élites están intentando jugar, en términos gramscianos, a realizar una revolución pasiva en la que mediante el transformismo, coopten a los líderes maoístas hacia una política reformista alejada de todo horizonte revolucionario, sin tocar ningún aspecto fundamental del sistema. Pero Kiran, que parece resistirse a esta dinámica, se muestra muy contradictorio cuando afirma que no quiere saber nada de los “revisionistas” de su partido (sus antiguos “camaradas”, léase Prachanda, Bhattarai y compañía) mientras aboga por la formación de un gobierno de “unidad nacional” en el que él no estará ni con los “reaccionarios” ni con los “revisionistas”. ¿Entonces para qué quiere que se forme? Además, al poco de la primera reunión del Comité Central del nuevo partido, tanto Prachanda como Bhattarai pudieron hablar con él para intentar convencerlo de que su grupo volviera al PCUN(m), incluso el primer ministro lo visitó en su casa.

    Algunos, desde posiciones de apoyo a Bhattarai y Prachanda, acusan a Kiran (sin pruebas hasta la fecha) de estar financiado por el depuesto rey Gyanendra para debilitar al gobierno maoísta y favorecer un golpe de Estado en el que el exmonarca, con ayuda de gran parte del ejército y los servicios de inteligencia de India-EUA, reinstalaría una “monarquía parlamentaria” con la Carta Magna de 1990 . Esta jugada política sería vista con muy buenos ojos por el gobierno indio, y presumiblemente, a falta de un escenario mejor, sería también apoyada por gran parte de los políticos del statu quo del Congreso Nepalí y quizás también, por parte de los líderes marxistas-leninistas. En tal caso los maoístas “revolucionarios” posiblemente volverían a las montañas con Kiran convertido en líder maoísta y la estrategia de negociación de Prachanda-Bhattarai quedaría como un fracaso histórico a los ojos de las masas, con sus roles públicos totalmente desencajados en la sociedad nepalí. Podrían o bien tornar a las montañas como escuderos de Kiran o quedarse a probar suerte en las elecciones de noviembre (si al final se celebran). Si los resultados fueran decepcionantes porque no consiguieran que la sección de Kiran se volviese a unir, sus vidas correrían peligro si perdiesen el suficiente poder para quedar huérfanos de sus bases armadas, pues como es sabido, ni Roma ni Nueva Delhi pagan a los traidores. En cambio, si los resultados del PCUN(m) fueran buenos, dejarían a Kiran y a los suyos que hiciesen lo que les viniese en gana, pues no en vano, muchos exguerrilleros ya han sido licenciados o han abandonado los campamentos, por tanto las fuerzas insurgentes parece que en un principio nada tendrían que ver con lo que fueron en 2006. En todo caso, la vuelta a la constitución de 1990, con o sin Kiran detrás, está siendo alentada desde hace unos meses por una campaña orquestada por varios medios burgueses tanto nepalíes como indios, que pretenden desplazar la actual hegemonía hacia sus intereses, aprovechando el hastío cosechado por los políticos, durante estos cuatro años, en la sociedad civil. Aunque probablemente, de celebrarse las elecciones, los maoístas notarían el desgaste, desde las élites (nativas y foráneas) temen que más lo acusen el CN y los marxistas-leninistas, con lo cual la presencia maoísta en la nueva Asamblea podría aumentar pese al descenso de apoyo popular. No en vano, Baburam Bhattarai, pese a las críticas de no pocos maoístas, goza de muy buena popularidad entre los electores de otros partidos. Como por ejemplo los profesionales urbanos nepalíes, que lo ven como “un hombre de país”, ajeno a los sectarismos que dominan la acción del resto de partidos, de estilo sobrio a la par que ilustrado y cosmopolita. No en vano es uno de los dirigentes maoístas más cualificados: Doctor en la Universidad de Nerhu (India) y alumno de excelencia toda su vida académica. Bhattarai conecta con parte de las clases medias angloparlantes por quebrar la visión clasista y medio racista que tienen de los maoístas, filtrada/caricaturizada por los medios burgueses que frecuentemente los retratan como: delincuentes, corruptos, brutos e ignorantes fáciles de manipular con la demagogia igualitarista predicada por sus dirigentes.

    Pero para seguir complicando las cosas, resulta que el pretendido tándem “neorevisionista” de Bhattarai-Prachanda (Kiran, dixit) no parece ser tal. De hecho, Prachanda, como actual Presidente del PCUN(m) declaró recientemente que si Bhattari (Vicepresidente del partido) no renunciaba al cargo de Primer Ministro, él lo expulsaría del PCUN(m). ¿Eso es un tándem? ¿O no será en cambio una estrategia de Prachanda12 para reunificar el partido aproximándose a la actual escisión de Kiran para postularse como Presidente de la República en un futuro cercano, ofreciendo a Kiran el puesto de Primer Ministro, una vez fulminado Bhattari del panorama político?

    A todo este limbo preelectoral, preinsurgente y/o pregolpista, se le suma la presión que ejercen los mercados financieros, que por aquellos lares como por casi todo el orbe, se encuentran “inquietos” ante cualquier atisbo de que las masas populares alcancen poder político, o simplemente, se nieguen a aceptar sus designios financieros criminales. Afortunadamente para los nepalíes, su mercado de stock todavía no está privatizado y el gobierno obliga a pagar por las transacciones financieras entre un 5 y un 10% lo que frena las operaciones especulativas en corto, pese a los reclamos de la patronal de inversores que demandan una reducción de hasta el 0,1%13.

    Por su parte, Estados Unidos e India, juegan sus fichas para conseguir que los maoístas nepalíes se pierdan en el escenario institucional y se moderen (como sucedió con los comunistas indios que alcanzaron el poder regional en Kerala o Bengala Occidental), dejando intacto lo fundamental de sus relaciones asimétricas capitalistas, entre potencias imperialistas y la semicolonia que Nepal lleva siendo durante décadas. Mientras tanto, China observa con cautela. Pero también mueve sus fichas y consigue avanzar posiciones con importantes acuerdos comerciales como fue el caso del logrado por el gobierno de Bhattarai con la empresa estatal china 中国 长江 三峡 集团公司 (Three Gorges Corporation) para la construcción de la hidroeléctrica West-Seti Project por 1600 millones de dólares 14 . Además, el gobierno chino le hizo saber a Biplap, importante dirigente del nuevo partido maoísta de Kiran, que el gigante asiático no estaba en absoluto contento con la escisión de los maoístas nepalíes. Temen por sus negocios. En todo este ir y venir de movimientos en el escenario geopolítico del país del Everest, el papel de los servicios secretos está siendo fundamental tal y como demostraron algunos cables publicados por Wikileaks. Estos mostraron las presiones y los chantajes comerciales y políticos que EUA y la Unión Europea estaban ejerciendo sobre el gobierno de Katmandú. Sin olvidar el fuerte espionaje al que la CIA estaba sometiendo a todos los diputados de la Asamblea Constituyente. En especial a los maoístas, considerados por los agentes estadounidenses como “no confiables” en contraste con los marxistas-leninistas que “sólo son comunistas en el nombre” (sic). Lo cierto es que ante este espectáculo político deplorable, enrevesado y exasperante, el pueblo nepalí asiste atónito a la incapacidad de los políticos de todo signo de solucionar sus problemas más acuciantes. Probablemente este escenario de fracaso de la vía negociadora llevará al pueblo o bien al hastío generalizado, o a la radicalización de sus posiciones.

    Así pues, el país donde nació Buda hace más de 2500 años, se halla inserto en un nodo explosivo de la actual red de interdependencias del sistema-mundo capitalista. En esta fase histórica que estamos viviendo, que podríamos denominar como Nuevo Orden Multipolar Transitorio (NOMT), la economía-mundo está sufriendo una nueva crisis de sobreacumulación que le obliga a revolucionarse buscando nuevos espacios geográficos y culturales donde seguir acumulando capital por desposesión de las mayorías. Ello está provocando que países periféricos del centro (como España o Portugal) desciendan a la semiperiferia en la jerarquía capitalista y que (algunos) de la semiperiferia avanzada (como Brasil) asciendan a la semiperiferia del centro15. Durante los años que dure el NOMT, las potencias del sistema multiestatal jugarán sus bazas a fin de concentrar nuevas posibilidades favorables para la acumulación de sus agentes dirigentes mientras varias de ellas intentarán postularse como potencia hegemónica planetaria del mañana. Hasta que ese momento llegue, los Estados Unidos con sus aliados seguirán perdiendo su anterior estatus hegemónico, no sin ofrecer resistencias, y por consiguiente: nuevas guerras, dolor y muerte.

    Pero es un sufrimiento que se halla en el centro de la lógica capitalista y no en la razón de ser de ningún gobierno concreto. Esa es la ventaja señalada por Wallerstein del sistema capitalista de dominación interestatal: los Estados y las potencias hegemónicas son sacrificables, pero la lógica del sistema permanece inmune, ajena a la suerte de los primeros. El capital, imperialista por necesidad, como un alien, incuba los “cuerpos” políticos y extrae el plusvalor de los pueblos que mejor se adaptan a sus necesidades y una vez estos desfallecen, busca nuevas instituciones burguesas y seres humanos tornados mercancías de los que seguir sirviéndose para su reproducción ampliada. Porque del mismo modo que no puede existir soberanía sin democracia popular, no puede haber capitalismo sin estado.

    Por tanto, esta lógica capitalista de genocidio será interpretada con mayor brío por la potencia política dominante de turno y sus aliados: sin importar acentos ni colores. El capitalismo, subsumiendo toda creación humana bajo la forma de la mercancía (unidad fundamental donde se expresa la riqueza capitalista) seguirá ejerciendo de nivelador16 universal de la especie, bajo la poderosa bota del dinero-capital, acribillando a la mayoría de los mortales sin importar aquello que nos hace diversos dentro de nuestra familiaridad universal, como es el caso de nuestros acentos, destrezas, tendencias sexuales o la forma de nuestras orejas. El capitalismo seguirá matando/consumiendo cocineros, oficinistas, guitarristas y profesores; sin importar si son sirios, jamaicanos, españoles o portugueses; dándole absolutamente igual si son altos o bajos, feos o guapos, regordetes o más atractivos que el propio Narciso o su enamorada y desdichada ninfa Eco. Todos perecerán bajo los bombardeos de la reproducción ampliada de capital.

    En este escenario, los estados de China e India se vislumbran como los que mayores posibilidades poseen para suceder a EUA a medio plazo, como lo demuestran su crecimiento económico y sus crecientes presupuestos militares17. Si bien, nuevos acontecimientos que se encuentran a la vuelta de la esquina nos ayudarán a ver ese relevo hegemónico con mayor precisión. Quizás se produzcan nuevas guerras que pudieran desembocar en una guerra mundial de nuevo tipo, pues la “destrucción creativa” siempre ha sido una buena salida para que los gobiernos burgueses desplazaran temporal y geográficamente las contradicciones inherentes del sistema. Todo ello acontecerá, claro está, si las fuerzas populares volvemos a perder la batalla por la hegemonía, como nos ocurrió al estallar la I y la II Guerra Mundial.

    De esta forma, si la mayoría de la humanidad y en especial los asalariados no conseguimos vertebrar una alternativa contrasistémica mundial que logre la implantación del socialismo internacional, nuevas épocas de vergüenza y dolor vendrán a sumarse a la extensa lista que el ser humano ha cosechado desde el inicio del Neolítico. Largo camino que suma ya más de 12.000 años, con luces y sombras, regidos por sociedades de clases vertebradas hacia la explotación de las mayorías. Es, en esta larga marcha hacia nuestra humanización completa, en la que nos situamos todavía. Y es desde esta “Prehistoria” de la especie humana de la que aún no hemos escapado, de donde el homo sapiens debe dar el salto definitivo hacia su humanización. Impulso que nos haga avanzar sin retorno desde la cruel infancia de un niño que juega con armas de adulto (diferencia históricamente acumulada entre progreso ético y progreso técnico), hasta la madurez de ciudadanos que viviendo en una comunidad avanzada, pueden ser felices desde el cuerpo y la mente de un adulto, sin olvidar el corazón y la generosidad de un niño18.

    Mucho podemos aprender de los aciertos y errores de la revolución nepalí. Pero lo que está claro es que es muy difícil saber quién dice la verdad y quién no de los dirigentes maoístas. Quién está de lado del pueblo y quién de mano de los explotadores, porque ni nosotros ni sus propios seguidores nepalíes poseemos ni un tercio de la información que ellos manejan. ¿Cómo saber si Bhattarai es un “vendido” o está haciendo todo lo que puede para luchar por la acumulación de fuerzas revolucionarias en una posición precaria de fuego cruzado? ¿Cómo averiguar qué habló verdaderamente con el primer ministro de la India a puerta cerrada? ¿Cómo conocer qué les respondió Kiran a Prachanda y Bhattarai cuando le llamaron a su casa para que volviera al partido? ¿Cómo saber cómo y en qué términos hablaban todos ellos con los traficantes de armas cuando estaban en las montañas durante la guerra? ¿Cómo asegurar qué les cuentan verdaderamente a los funcionarios del Banco Mundial o al gobierno chino? ¿Alguien tiene idea, por ejemplo, de qué hablaron Raúl Castro y Bhattarai en la Cumbre de Río+20 cuando se fueron los periodistas?

    Es imposible saberlo y sin información no podemos obrar con conciencia. Por eso una de las principales conclusiones que podríamos extraer de la experiencia nepalí, además del enorme coraje y la capacidad de lucha de su pueblo, es que necesitamos no sólo trabajar desde nuestros espacios de poder y militancia por una colectivización lo más completa posible de la economía; sino por una colectivización de la información pública bajo control popular19 (salarios, presupuestos, rentas, activos, procedimientos, financiación, empleos, etc). Debemos exigirles a los “líderes” que nos lo cuenten todo, o que se bajen del puesto y se dediquen a trabajar para otros donde guardar secretos se premie: como la banca o la mafia. La obligación de los líderes revolucionarios debiera ser decirnos toda la verdad, correcto; pero la nuestra debiera ser exigírselo con la suficiente fuerza para que pudieran hacerlo sin que les volaran la tapa de los sesos. Porque se pueden matar a los líderes díscolos con los intereses de las clases dirigentes, pero no a la mayoría de los pueblos. O de lo contrario, si seguimos como hasta ahora, el divorcio entre las élites del partido y las bases derivado de la asimetría de información será inevitable repitiéndose una y otra vez como una farsa convertida en tragedia. Y la materialización de la traición o la falta de entendimiento entre la praxis de los primeros por un lado, y los militantes de base por otro, será simple cuestión de tiempo. Sólo la colectivización simultánea de la economía, la información y la toma de decisiones nos llevará a un mundo regido por una democracia verdaderamente mundial y socialista, que transforme a cada individuo de la especie humana en coprotagonista de su vida con iguales derechos que el resto de sus semejantes.

    Ya basta de figurar como “extras” o “secundarios” en esta historia dirigida por el Capital, pues como todos sabemos gracias al cine, la mayoría de ellos, o no pintan nada en la película, o al final de la misma mueren. Nosotros queremos vivir y vamos a luchar por hacerlo. Nuestros enemigos, pese a sus múltiples disfraces, se llaman capitalismo, ignorancia y cerrazón; mientras que nuestra única esperanza la porta aquella parte del género humano que fraternalmente lucha por su libertad con el poder revolucionario del amor20.

    Sin embargo, se dice en un medio capitalista que en un pacto de paz en 2006 se comprometieron -los maoistas- a transformar sus comunas -equivalente a los soviets- en cooperativas agrarias.

      Fecha y hora actual: Miér Oct 04, 2017 2:27 am